38 Kilometros
Todas las grandes historias que el ser humano ha sido capaz de contar a lo largo de los siglos caben en uno de estos dos patrones, que curiosamente, es sólo uno en el que cambia el punto de vista (algo fundamental para un fotógrafo): un hombre sale de viaje, o un extranjero llega a la ciudad. Pues bien, Ángel Bocalandro, madrileño de pura cepa, salió un día de viaje y llegó a Endrinal de la Sierra, un pueblo perdido de Salamanca donde actualmente viven algo más de 100 personas y hace 50 años vivían 1.000.
Para los lugareños, las fotos de Ángel deben de ser inexplicables. Les deben de parecer obviedades: las casas como son, la gente como es y el campo como está. Pero eso mismo se vuelve fascinante y cínico, elegante y sórdido, noble y moribundo al ser visto desde la gran ciudad. Y ésa es la médula del trabajo de Bocalandro: mostrar la inmensa distancia que pueden llegar a ser los 38 kilómetros que separan Endrinal de la universitarísima Salamanca.
Una blanca bañera hace de altar entre las nubes de un prado. Tres hogazas de pan contra un mando de la tele. Una gineta salta en la rama de un árbol desde hace 25 años. Sobra decirlo: está disecada. Ojos de carnero degollado para una oveja a la que su esquila se le parece demasiado a otro ritual con ovejas y objetos afilados. Una virgen, un rosario, una cama con enchufe y un cojín del Barça. Y una mujer a la puerta de su casa aviva un brasero.
La exposición '38 kilómetros', que se puede ver hasta el día 20 de junio en la galería El escaparate de San Pedro de Madrid (C/San Pedro, 9), es una pequeña, pero magnífica, muestra de este peculiarísimo ejemplo de fotografía documental. Apúntense estos datos en la palma de la mano porque no volverán a oír hablar de este evento en mucho tiempo. No saldrá en guías, ni en los culturales que en estos días acaparan las grandes exposiciones de Photoespaña. Pero así, cuando dentro de un tiempo se hable del caso Endrinal, usted podrá decir: "Yo vi el trabajo de Bocalandro en una pequeña sala del Barrio de las Letras y ya entonces pensé: ¡Qué fotos más bonitas! ¡Qué tío más grande! Le irá bien".
por Sofia Moro (colaboradora habitual de fotografia en Soitu.es)
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